Cuando leí que Brett Goldstein y Will Bridges, guionista de Stranger Things y Black Mirror, había creado una serie en la que se exploraba cómo un avance científico determinado podía transformar las relaciones humanas tuve claro que tenía que verla. Terminada la primera temporada de Soulmates, solo puedo decir que ha sido una profunda decepción.
La premisa de Soulmates
Soulmates parte de un futuro cercano, como Black Mirror, a tan solo quince años del presente, en el que la investigación científica ha descubierto la forma de emparejar a las personas con su “alma gemela” ideal. A partir de ahí, cada episodio profundiza en distintas formas en las que este “Test” influye en la vida de todas las personas del planeta.
Es una premisa muy atrayente y que podría dar mucho de sí, pero el desarrollo que le han dado a través de los seis primeros episodios de la primera temporada es inconsistente, con algunos que son una estafa, como el segundo, el típico thriller que te puedes encontrar en un telefilme de Antena 3.
Y no es que no haya veces que el cuerpo no te pida tirarte en el sofá y ver la enésima película de una Karen que se quiere vengar de un Ken porque en el pasado le hizo daño, pero cuando te pones un episodio de una serie con una supuesta calidad y te encuentras eso, no puedes evitar pensar que estás perdiendo el tiempo.
Quizá el error ha sido la cadena que la ha producido, AMC, que no tiene la calidad de BBC o HBO, o quizá es que han estado especialmente vagos a la hora de escribir los guiones.
Puntos fuertes
Hay que señalar que no todos los episodios de Soulmates tienen el mismo gancho. El primero, protagonizado por Sarah Snook (soberbia en Succession), constituye una buena apertura. El cuarto, con Nathan Stewart-Jarret (Mis Fits, Utopia), tiene ritmo, es divertido y se deja ver bastante bien.
Y el quinto, aunque excesivo, quizá es el que más me ha gustado porque explora una parte oscura de la mente humana y qué ocurriría si una persona con ciertos problemas psicológicos y demasiadas expectativas en el hallazgo descubre que su pareja ideal está muerta.
Pero Soulmates no da para pensar tanto como uno cabría esperar tras sumergirse en Black Mirror y se queda a medio camino entre el drama, el romance y el thriller sin entrar lo más mínimo en la ciencia ficción.
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