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Cuando se hace una adaptación de una novela o una saga, como es en este caso The Witcher, hay que hacerla con mucho mimo, cuidando mucho conservar la esencia, por un lado, y no dejarse en el tintero cuestiones importantes que contextualizan la historia. En el caso de la serie de fantasía que ha producido Netflix sobre las novelas del escritor polaco Andrzej Sapkowski se descuidan ambas, y el resultado es nefasto y una estafa para los admiradores.

La adaptación de Geralt

Desde el primer episodio llaman la atención muchas cuestiones: los saltos temporales que avanzan en unos minutos lo que en los libros tarda tiempo en desvelarse (como el porqué lo llaman “Carnicero”) y lo plano del personaje.

En los libros, Geralt de Rivia es un niño abandonado por Visenna, una madre que en los libros se presenta como un ser egoísta que lo traumatizó y lo dejó en la puerta de Kaer Morhen para convertirse ella también en druida.

El entrenamiento intensivo y la mutación genética experimentada lo mejoraron en cuanto a fuerza, rapidez o resistencia, pero le hicieron durísimas condiciones y dañaron sus ojos. Además vio a muchos de sus amigos morir, lo que supuso un sufrimiento que acarrea consigo.

Durante su profesión de cazador de monstruos descubre, además, un mundo mezquino y miserable en el que las pasiones y las bajezas suelen ser causantes de muchos males y los peores monstruos resultan ser casi siempre los de carne y huesos… humanos. Eso genera el escepticismo que muestra invocando el Derecho de la Sorpresa en la doble boda de la reina Calanthe y la princesa Pavetta.

Geralt lucha contra Calanthe

Para que en esta escena el escepticismo de Geralt fuese verosímil, tendrían que haber contextualizado más el mundo en el que viven, donde la corrupción humana prevalece por encima de los monstruos.

Pero en la serie nada de esto se refleja. Nos muestran un Geralt de Rivia insustancial (la elección del actor tampoco ayuda), sin contextualizar, con tres o cuatro hazañas en las que tiene éxito (no es así en los libros, pues muchas de las veces se va dolido y sin haber podido solucionar nada), mujeriego y superficial.

Con esa presentación del personaje, no se entiende que se ría del destino y del Derecho a la Sorpresa y todas sus decisiones parecen inconexas y hasta estúpidas.

Una adaptación muy comercial

La adaptación, además, ha sido realizada con objetivos puramente comerciales, y esto se nota en la forma en que tratan la relación entre Geralt y Yennefer de Vengerberg, la poderosa bruja que en la serie es relegada a mujer fatal.

Estafa con el personaje de Yennefer

Yennefer en los libros tiene un personaje muy importante e interesante que busca sumar poder. En la serie queda relegada a amante de Geralt.

La relación que mantienen ambos en los libros es profunda a la par que desprendida, debido a la cantidad de años que vive cada uno (paso del tiempo que tampoco logran transmitir en la serie). Geralt, incluso, está bastante más interesado en ella que ella en él y, sin embargo, en la serie ella aparece como una tórtola engañada cuando su personaje tiene una curiosidad y una fuerza que la llevan a explorar siempre nuevos límites con su magia, su verdadera pasión.

La historia de amor, que en los libros es un elemento más que no entorpece ni eclipsa el resto de tramas, en la serie se hace omnipresente en forma de amor romántico al uso.

Fallo en la adaptación del contexto

Otro error que desmerece el resultado es cómo se ha realizado la adaptación del contexto, mencionando de pasada la conjunción de las esferas que ha dado lugar a ese mundo plagado de monstruos y donde quien maneja la magia ostenta el poder.

De manera superficial se aborda también la corrupción del estamento de los magos y cómo su única función es la de autopreservarse, no la de contribuir al bienestar de los ciudadanos de los distintos reyes a los que sirven.

Aretuza es un nido de corrupción

Aretuza y el círculo de magos son un nido de corrupción que solo buscan seguir ostentando el poder.

Se presenta así de manera muy maniquea y como malvado al Imperio de Nilfgaard, que, en los libros se ve perfectamente que intenta unificar los reinos para quitar poder a los magos. La búsqueda que Emhyr var Emreis hace de la princesa Cirilla tampoco se entiende en este contexto tan mal explicado. ¡Solo puede quererla para hacer algo malo!

Y así, entre cuestiones cruciales que el espectador debe de suponer porque la adaptación no las narra, tópicos y sinsentidos, discurre esta primera temporada de The Witcher que nos ha dejado fríos a muchos que la esperábamos como agua de mayo. Esperemos que hagan caso de las críticas y pongan más mimo a la hora de hacer la segunda y que no sea otra estafa.

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