Quizá haya sido por la emoción y las altas expectativas que tenía por ver de nuevo a Michael C. Hall en una serie, pero Safe, el thriller creado por Harlan Coben para Netflix y producido por el propio C. Hall no ha podido resultar más decepcionante.
A partir de aquí: SPOILERS.
Tópicos del thriller
La serie comienza con la desaparición de Jenny, la hija del cirujano Tom Delany (C. Hall), después de una fiesta de adolescentes en una de las casas más grandes de una exclusiva urbanización en Inglaterra.
A partir de ahí, y tomando también como referencia la muerte, hace un año, de Rachel, mujer de Tom y madre de Jenny, que en su último momento, en el lecho de muerte, parece haber confesado algo que a su vez ha originado toda esta trama, comienzan las sospechas sobre todos y cada uno de los personajes.
Porque, como bien se encargan de decirnos los thrillers más tópicos y previsibles del universo, todos tenemos secretos, y no son secretos cualquiera, qué va, suelen ser denuncias falsas a la policía, pederastia y cadáveres, muchos cadáveres.
En este punto no puedo evitar reírme a carcajadas y dejar de ver Safe con la seriedad y la solemnidad que le intentan dar para empezar a hacer chascarrillos sobre ella. Es una cosa que me pasa cuando las series empiezan a perder dignidad, como le ha sucedido a The Walking Dead.
Un detalle importante para ver el grado de ridiculez al que me refiero es que en el mismo momento en que desaparece Jenny vemos el cadáver de su novio flotando en la piscina. ¿Y qué hace la familia ricachona cuya hija ha celebrado la fiesta en la piscina? Esconderlo y tirarlo a un lago basándose en argumentos que ellos mismos reconocen saber por películas y series. ¡Lo que haríamos todos! ¿No?
Y, a pesar de haber visto en muchas películas que los cadáveres lanzados al agua suelen reflotar, allá que van, y allá que aparece el cuerpo de Chris, que pronto revela que falleció ahogado en la piscina y que la familia ricachona ha estado obstruyendo la investigación por motivos espurios.
Otro thriller que no sabe acabar y termina en estafa
Se me olvidaba decir que en este entramado de historias y subhistorias donde no parece haber un solo personaje libre de haber cometido alguna barbaridad en su vida, la detective recién llegada al pueblo resulta estar buscando a su padre, que no es otro que el mejor amigo de Tom Delany, un médico exmilitar gay. Sí, todo muy verosímil.
Como les suele pasar a los thrillers europeos, que empiezan con buenos planteamientos y suelen terminar en estafa (algún día hablaremos de Utopía, Bron/Broen y Luther como ya hemos hablado de Marcella), en este la cosa se va complicando tanto que todo resulta estar conectado con un incendio sucedido hace muchos años en el instituto, cuando cinco adolescentes de aquella provocaron el fuego que mató a ocho chavales que pasaban allí la noche.
¿Y quiénes eran esos adolescentes? Rachel; el dueño del bar Heaven, que tendrá mucha importancia en la trama; Helen, una vecina que parece ser la única con un poco de conciencia y remordimientos; el hijo de otro vecino que también aparece como sospechoso en un momento dado y, tachán, tachán, la detective jefe que investiga el caso, que además se lía con Tom Delany desde el mismo día en que falleció su mujer.
Y es esa detective la que asesina a sangre fría a Chris, uno de los mejores amigos de su hijo, solo para que no se sepa que estuvo involucrada en el incendio. ¿Os suena esto de la corrupción y culpabilidad de alguno de los policías?
Ya tenemos todos los ingredientes para un batiburrillo al estilo “Sé lo que hicisteis el último verano” y para que esta producción inglesa haya quedado como una de las decepciones del año.
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