Aunque no pertenezco a la elite de críticos de televisión a los que Apple TV+ ha presentado ya la segunda temporada completa de The Morning Show, en los cuatro episodios que he visto, como todo usuario ‘normal’, he podido comprobar que las reseñas que apuntaban a una gran desilusión e, incluso, a una estafa, desgraciadamente tienen razón.
A falta de saber si en esta entrega va a haber un episodio como el octavo de la primera, en el que Mitch Kessler (Steve Carell) pasa de ser un simpático presentador acusado de acoso a un depredador parecido a Harvey Weinstein, la trayectoria que está tomando la trama es errática, con giros ridículos e inverosímiles y un aire demasiado indulgente con respecto al gran tema que se suponía que trataba: el acoso sexual en un entorno laboral.
Corrupción en la UBA
En el episodio final de la primera temporada, cuando Alex Levy (Jennifer Aniston) y Bradley Jackson (Reese Whiterspoon), las dos presentadoras del programa que titula la serie se unen en sororidad para condenar el acoso sufrido por una compañera por parte del entonces ya expresentador, se intuye que algo puede cambiar en la UBA, la cadena ficticia que hospeda el show.
Pero, y en esto The Morning Show acierta de pleno, la cadena está fundada sobre pilares de corrupción de todo tipo, y el sexismo es uno de ellos, pese a tener una presidenta que afirma tener “su templo limpio”.
Así, vemos que hacen lo posible por traer de vuelta a Alex Levy, pese a su turbia relación con Mitch, y esta a su productor, Chip (Mark Duplass), que también estaba al tanto del acoso sexual, como todos los que trabajaban en el programa. Y a Cory Ellison (Billy Crudup, que se ha llevado un merecido Emmy por su papel en la temporada anterior) no le dejan actuar como él quisiera con respecto a las demandas interpuestas por la familia de la víctima.
Para intentar modificar las dinámicas tóxicas de trabajo, las jerarquías basadas en privilegios de etnia, sexo, orientación sexual, etc. entra en acción Stella Back (Greta Lee), presidenta de Informativos con una visión ‘woke’ de lo que tendría que ser UBA, pero, además de que el personaje está atado de pies y manos en la ficción, se le presenta de manera que genera rechazo también en los espectadores, en gran parte porque cede ante cuestiones graves en las que debería plantarse y, sin embargo, se excede con presentadores como el de Yanko Flores (Néstor Gastón Carbonell) por hacer un comentario ligero que es acusado como apropiacionista por los censores de Twitter.
Desilusión con los personajes
Cory Ellison, que tantos buenos momentos nos dio en la primera temporada con su revolución enigmática y caótica, se encuentra en esta temporada dando tumbos, intentando salvar su puesto y llevar a término la presentación de “otro streaming más”, como señala irónicamente Laura Peterson (una espectacular Julianna Margulies que interpreta a una periodista veterana despedida de Good Morning, America por ser lesbiana).
Y es que en esta segunda temporada los personajes prometedores no solo no se terminan de definir, sino que parecen más ambulantes que nunca. Bradley Jackson ha dejado de ser la joven periodista sin pelos en la lengua para comportarse como una diva y hacer todo lo que le pida la cadena con tal de mantener la audiencia (en vano canta y baila para el programa). Alex Levy, encumbrada como heroína del feminismo por haber dejado el programa, vuelve sin más argumento que ganar dinero y tener un despacho y un programa propio. Y Mia Jordan (Karen Pittman), que podría haber sido una baza importante, tiene escasas líneas (al menos en estos primeros episodios), pero estas también revelan una resignación al status quo y la corrupción moral de la cadena.
Y, por si fuera poco, parece que Mitch Kessler va a tener una no sé si merecida redención viviendo su despido en Italia.
El contexto de la pandemia
Uno de los aspectos que espero que no generen desilusión es el marco temporal en el que han ambientado la temporada. Comenzando en la Nochevieja de 2019/2020, con un coronavirus que levanta alertas a China pero que es tomado a cachondeo y como algo menor en Occidente (y en la escaleta de The Morning Show) y un incipiente impeachment de Donald Trump.
El comienzo con un travelling de la Nueva York confinada, con las calles vacías, seguido de un “tres meses antes” genera muchas expectativas sobre las consecuencias que la pandemia pueda traer para cada uno de los personajes.
Enviar a Mitch Kessler al Lago di Como, un enclave paradisíaco en el que conoce a una alocada documentalista italiana, se hace con el propósito de vivir la pandemia desde su primer país occidental, previo a su explosión en España y en la Costa Oeste de Estados Unidos.
Sin haber visto más que cuatro episodios, deseo tener que escribir otro post en el que me desdiga de este y señale la maravillosa sorpresa que nos ha deparado esta segunda temporada de The Morning Show. A día de hoy la resumo en “mucho ruido y pocas nueces”. Un elevadísimo presupuesto y actores de gran caché para una serie que no sabe sacar suficiente partido a lo que tiene entre manos.
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