No he querido escribir sobre Dark nada más terminar de verla porque es de esas series que hay que rumiar para saber si te ha gustado o si realmente te ha parecido una estafa. Pero, a pesar del tiempo que ha pasado desde que la acabé, mi veredicto final es inconcluso, pues por una parte considero excesivo el entramado que se crea entre los personajes, pero, por otro, valoro muy positivamente los temas que incluye.
El entramado genealógico
Tras tres temporadas dando vueltas en el tiempo, con paradojas en las que jóvenes se convierten en sus propios abuelos y abuelas, el cierre ha sido bastante claro, si bien deja la sensación de que para este viaje no hacían falta tantas alforjas.
Cuando para comprender una producción audiovisual hay que recurrir a esquemas externos que expliquen las conexiones entre los personajes porque absolutamente todos los espectadores están perdidos es que algo no has narrado bien (en general aplico lo mismo a las obras de arte: cuando ves las Pinturas Negras de Goya, seas un adulto que conoce la historia o un niño de 4 años, te impresiona. Si tienes que ver una obra de arte contemporáneo con un folletito que te la explique porque no te causa ninguna emoción, la factura es mediocre).
Si en la segunda temporada la trama y la relación entre los personajes se complicaba cada vez más, en la tercera, con la inclusión de un mundo nuevo, la dificultad para seguirla ha sido una tónica entre la mayor parte de sus admiradores, entre los que, pese a todo, me incluyo.
La parte filosófica
El exceso de entramado y relaciones de culebrón entre los personajes, sin embargo, se compensa con un aspecto filosófico marcado por el determinismo y la falta de libre albedrío. Y es que, aunque el camino de la mayor parte de los personajes está empedrado de buenas intenciones (como el del infierno, según dice el refrán), nada de lo que hagan les va a salvar de su propia naturaleza… y destino.
En Dark hay un gran número de referencias bíblicas, entre las cuales destaca la presencia de Adán (Jonas) y Eva (Martha), cuyo amor está marcado por la fatalidad y nace en sí mismo de un pecado que ellos piensan que es otro, pero cuya verdad no se revela hasta el final de la serie.
Un detalle filosófico importante lo constituye también el mito de Ariadna. La protagonista, Martha Nielsen, aparece representando su papel en el instituto, y representa simbólicamente el mito griego en el que Ariadna, hija del rey Minos, que tenía encerrado en un laberinto al Minotauro, entrega a Teseo un ovillo para que, una vez dentro, fuera desenrollándolo y pudiera indicarle el camino de regreso. Teseo sería Jonas, y entre ambos tendrían que resolver el laberinto temporal que constituye Dark.
No quiero extenderme más porque esta serie es importante verla sin spoilers para poder disfrutar del entramado que se va tejiendo y la confusión reinante, en una atmósfera densa, oscura y muy bien conseguida. Porque, todo hay que decirlo, Dark está muy por encima de muchas de las producciones de Netflix con esta temática fantástica – scifi.
Como bonus track sí voy a anunciar que los creadores de esta producción alemana, Bo Odar y Jantje Friese, han comenzado con la misma plataforma el rodaje de su nueva serie, 1899, que seguirá a los pasajeros de una embarcación que está cruzando el Atlántico, desde Londres a Nueva York, en busca del Nuevo Mundo.
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