A veces me ocurre que dejo alguna serie pendiente de ver y empiezo cuando ha terminado para así poder saborear todas las temporadas juntas. Este ha sido el caso de The Good Place, una hilarante comedia que trata sobre la ética y la moral, temas profundamente filosóficos, en clave de humor.
Ética en vida
The Good Place, producida por NBC y distribuida por Netflix, narra las vicisitudes de cuatro personas que acaban de morir y están en el más allá. Este más allá se representa como un lugar gobernado por un entramado burocrático que mide las acciones de cada humano durante su vida y le asigna una de las dos opciones en las que pasar la eternidad: la buena o la mala.
A pesar de que puede parecer una visión un tanto cristiana de la muerte, lo cierto es que su creador, Michael Schur, ha tenido mucho cuidado de no decantarse por ninguna religión, y en la elección de los personajes ha incluido diversidad étnica y religiosa. Y en realidad, la decisión de a dónde irán se basa más en la ética que en la moral, aunque en algunas ocasiones sea difícil separar a una de la otra.
Los cuatro humanos que protagonizan The Good Place, junto al arquitecto del lugar al que van a parar, muy bien interpretado por Ted Danson, y a una Inteligencia Artificial con forma humana que los acompaña en sus periplos, son muy distintos entre sí: Eleanor, una estadounidense egoísta que ha vivido toda su vida aprovechándose de los demás; Chidi, un profesor de ética nigeriano que ha hecho sufrir a los demás con su continua indecisión y su necesidad enfermiza de decir la verdad; Tahani, una filántropa india que recaudó mucho dinero para caridad y acción social pero cuyas motivaciones eran pura corrupción; y Jason, un Dj de Florida de escasa inteligencia y que solía meterse en estafas y negocios turbulentos de los que siempre salía mal.
Ética más allá de la muerte
Estos cuatro personajes aparecen en una presunta utopía, como se la describe el arquitecto Michael diciéndoles que están en el buen lugar porque el peso de sus acciones en la tierra ha sido muy positivo. Eleanor y Jason se dan cuenta en seguida de que ellos no deberían estar ahí porque les dice que ha sido una abogada por los derechos humanos a ella, y un monje budista con voto de silencio a él, nada parecido con la realidad de sus vidas. Chidi y Tahani, sin embargo, creen que se merecen estar en ese lugar idílico.
Y con este planteamiento comienza una comedia desternillante en la que todos se irán dando cuenta de la importancia de la ética y la transformación personal, y de que no todo se puede ver en blanco y negro, pues hasta quien más pulcro parece puede caer en la corrupción.
He procurado no hacer ningún spoiler porque The Good Place tiene giros muy interesantes en el guion y considero que merece la pena verla y descubrirlos por uno mismo. Que la ética y la risa os acompañen.
Comentarios recientes