La comedia política más desternillante del momento, Veep, ha llegado a su fin con una temporada que ha brillado por el humor corrosivo, más que las anteriores, y las muestras nada pudorosas de corrupción por parte de su protagonista, Selina Meyer.
Corrupción sin miramientos
En anteriores temporadas de Veep se asomaban indicios de corrupción, pero en la mayor parte de los casos esta se producía como consecuencia de alguna negligencia o descuido de Selina y su desastroso equipo.
En esta última, sin embargo, los guionistas han ido más allá y han puesto en la candidata demócrata tantas ansias por gobernar que no ha tenido ningún reparo a la hora de cometer actos de corrupción tan graves como prometer prebendas a China a cambio de financiación ilegal para su campaña.
En este sentido, Veep se enmarca dentro de la corriente que sigue The Good Fight de alimentarse de las tendencias políticas nacionales en Estados Unidos, extremistas, desmedidas y exaltadas debido a la irrupción de Donald Trump en la Casa Blanca.
Así, la campaña de su oponente Jonah es un despropósito que, sin embargo, no se aleja mucho de las barbaridades que soltó el ahora presidente de la nación más poderosa del mundo en su momento, y las que sigue diciendo a través de medios oficiales.
Humor corrosivo
La última y definitiva entrega de Veep hace gala de un humor todavía más corrosivo y unos personajes todavía más despreciables, inmersos en un mundo grotesco y estrafalario en el que nada escapa de la mofa.
Ciudades que tienen un perro por alcalde, fiestas de empresarios ricos en las que los políticos llegan a hacer números circenses para obtener financiación para sus campañas, votantes fanáticos conservadores dispuestos a tumbar las matemáticas por ser “musulmanas”… podríamos decir que el género de la sátira se entremezcla con el documental en infinidad de casos en Veep, lo que la hace todavía más sangrante y procaz.
Uno de los momentos de humor corrosivo exagerado se da cuando tratan el tema del aborto, que Selina casi obliga para terminar con el embarazo de su jefa de campaña, aunque luego no tiene ningún problema en negarlo cuando se trata de azuzar a los votantes más conservadores de estados como Carolina del Sur.
Veep hace humor con temas como el sexismo, con el que la propia Selina se siente identificada, llegando a decir “no puedo empezar mi discurso con la frase “como mujer” porque la gente odia a las mujeres”, el terrorismo interior y exterior, las guerras en Oriente Medio o el racismo.
Una genialidad del género de la comedia que nadie se atrevería a hacer en España.
Comentarios recientes