Si tuviese que resumir Good Omens (Amazon) en una sola frase diría: “los extremos se tocan”. En la adaptación de la novela de Terry Pratchett y Neil Gaiman la conclusión es que el bien y el mal están condenados a entenderse y que tanto el plan de Dios como el del Diablo son similares.
Extremos no tan lejanos
Michael Sheen haciendo de ángel Azirafel y David Tennant, de Crowley, un demonio, labran una amistad a lo largo de seis mil años, a pesar de ser presuntamente enemigos y de estar ambos destinados en la Tierra a seguir e impedir los pasos del otro.
Y es que ni Azirafel es un ángel tan puro ni Crowley tan malvado, y ambos han ido interviniendo a lo largo de la historia mucho más de lo que cuentan a sus jefes celestiales e infernales.
Con un humor negro bastante fino, que recuerda mucho a los Monty Python, Neil Gaiman nos presenta a dos personajes que terminan encariñándose uno con el otro y a su vez con los humanos, lo que les lleva a querer parar el Apocalipsis para cuyo advenimiento se supone que han estado preparándose durante milenios.
Corrupción empresarial divina e infernal
Una de las cuestiones más divertidas de la serie es la presentación del cielo y el infierno como sendas empresas muy jerarquizadas en las que, como sucede en el capitalismo, hay tramas de corrupción, abuso de poder, tráfico de influencias, etc.
Ya hemos visto representaciones del más allá similares a una corporación en The Good Place, y lo cierto es que resulta bastante fácil imaginar el paraíso y el averno como dos conglomerados regidos por CEO caprichosos y un regimiento de subalternos dispuestos a ponerse la zancadilla entre sí.
En Good Omens, Dios es la voz narradora, un personaje femenino (Francés McDormand en inglés, Olga Cano en español y Rona Fletcher en español latino), dejando la figura de mandamás egocéntrico y violento para el arcángel Gabriel (un soberbio y bien elegido Jon Hamm).
Los fallos
Pero Good Omens dista mucho de ser una serie redonda en la que toda la trama, historias secundarias, personajes, etc. se conjuguen para hacer una obra espectacular.
Es bastante común encontrar críticas señalando que “le falta algo”. Quizá es la forma un tanto atropellada de narrar la llegada del Anticristo y lo rápido que se desencadena el Apocalipsis. O el hecho de que esta historia central es precisamente la que menos interesa, pues el mejor episodio es, sin duda, en el que se narra cómo han ido encontrándose a lo largo de la Historia, con mayúsculas, Azirafel y Crowley, en momentos clave como la crucifixión de Jesús de Nazaret, la Revolución Francesa, el III Reich, etc., y los actos de corrupción que han ido cometiendo a lo largo de los siglos.
Sin llegar a ser una estafa, puede decirse que el resultado de Good Omens, es, en definitiva, inconcluso. Recomendable y divertida para pasar un rato entretenido y disfrutar de las excelentes interpretaciones de sus protagonistas, pero sin esperar mucho de ella. Para esos días en los que uno quiere evadirse sin mucha más complicación, sin duda.
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