Seleccionar página

El cuento de la criada (HULU) nos ha dado otra temporada llena de torturas y crueldad contra las mujeres dentro del estado distópico de Gilead, pero lo que parecía que iba a terminar siendo una estafa, ha dado un giro inesperado que hace mantener viva la llama de la esperanza.

Más de lo mismo: crueldad y tortura

Los primeros episodios de esta última entrega sigue siendo un compendio de redundancias en la búsqueda por todos los medios de las criadas fugadas y en la represión a June cuando por fin la encuentran.

La tía Lidia cobra protagonismo en esta temporada

La tía Lidia cobra protagonismo en esta temporada

Pasillos oscuros, salas de tortura con instrumentos que recuerdan a la época medieval, hombres terribles dispuestos a dar rienda suelta al máximo a su crueldad, y frente a ellos una June hecha rebelde, luchadora y heroína a la fuerza, sin haber tenido intención ni antes ni durante el desarrollo de la guerra y la implantación de ese estado totalitario.

Venganza de June

June visita a Serrena para hacerle pasar por lo mismo que le hizo ella cuando tenía el control en Gilead. Una escena catártica que muchos estábamos deseando.

Pero la paciencia tiene sus frutos y cuando a mitad de la temporada ya se iba decantando por ser una estafa, en el sexto episodio el personaje de June comienza a transformarse para traspasar las fronteras de la víctima y entrar de lleno en un inquietante terreno en el que, por fin (para ella y para nosotros, los espectadores), puede empezar a resarcirse del daño, aunque no siempre lo va a hacer con quién más se lo merezca.

Por qué nos engancha toda esta crueldad

El caso de The handmaid´s tale es paradigmático en lo que a visión de horrores se refiere. Si la lectura de Margaret Atwood ya es desgarradora de por sí, la serie ha conseguido llevar las atrocidades de un estado totalitario y embrutecido a los límites de lo soportable.

No en vano está la pregunta en el aire de si habrán cruzado líneas rojas y se habrá convertido en una suerte de pornografía del horror, y aun así, asustados, acongojados, enfadados… seguimos viéndola.

Ya en junio de 2019 la psicóloga clínica Sheela Raja, profesora asociada de la Universidad de Illinois en Chicago, teorizaba en Bustle sobre el tema y señalaba que los espectadores nos dividimos en tres categorías: aquellos que disfrutan de la adrenalina de ver mundos distópicos, realidades alternativas similares a las nuestras; aquellos que se relacionan con el trauma representado en la pantalla debido a vivencias anteriores, y aquellos que se involucran política o intelectualmente en el contenido.

Relación de June

Además, no todo es crueldad y sufrimiento, pues también hay espacio para las relaciones y el amor dentro de los límites que impone Gilead.

Los que ella llama los “jinetes de la montaña rusa” se corresponderían con el primer grupo y al apagar la pantalla no pensarían mucho más en ello. Los del segundo grupo utilizarían la serie como una forma de catarsis de sus propias batallas personales, les serviría para ver que no están solos. Y los del tercero la usarían para aclarar sus propias opiniones políticas, intelectualizando problemas de la vida cotidiana y sus peores pronósticos.

Por supuesto, no se trataría de categorías excluyentes, pero básicamente esas serían las formas en las que nos involucramos con la serie.

Yo me identifico con el tercer grupo y extraigo conclusiones como la hipocresía de toda la jerarquía de Gilead, que promueve el orden, la familia y la honradez y está repleta de corrupción y vicios, y cómo, aunque nos parece muy lejano, tenemos en el presente casos como el de Arabia Saudí, que aunque va logrando avances en materia de derechos humanos para las mujeres, todavía tiene un largo camino por recorrer y es nuestro Gilead.

Esta última temporada, con la apertura de la trama y el mayor protagonismo de Canadá y el gobierno estadounidense en el exilio, también se puede teorizar mucho sobre la situación de los refugiados, la ayuda que brindan las ONG y el estrés postraumático de los que consiguen escapar y se sienten culpables por ello.

Veremos qué nos depara la próxima.

Share This

Share This

Share this post with your friends!