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Me ha costado terminar de ver Exit, la comedia negra noruega sobre cuatro execrables nuevos magnates de las finanzas y su corrupción, un experimento en el que se pretende (y se consigue) poner al espectador en un estado continuo de náusea e indignación.

Y es que Exit, que podría haber tomado un camino mucho más elegante, como ha hecho Succession, no escatima a la hora de presentarnos a sus cuatro protagonistas como seres absolutamente amorales, odiosos, egoístas y, en definitiva, sin posibilidad ninguna de obtener la empatía del público.

Exit, los hechos reales

Quizá una de las razones por las que se siente tanta repulsión al ver Exit es porque está basada en hechos reales hasta en un 70% de las situaciones que narra, según ha relatado Oystein Karlsen, guionista y realizador, en diversos medios.

Corrupción de ricos inversores

Los cuatro elementos que protagonizan la serie son completamente amorales por elección.

Porque la idea de esta serie surge de unas entrevistas realizadas en 2017 a cuatro tiburones financieros en las que relatan sin ningún pudor sus desmanes, en algunos casos más canallas, en otros absolutamente depravados, y son estos cuatro entrevistados quienes llevan la cinta a Karlsen pensando que sería una serie bastante exitosa.

Este, al escribir los episodios, se los entrega para ver qué opinan, obteniendo el siguiente feedback: “Quisieron dejar claro que no viajan en vuelos comerciales y que la tarjeta bancaria que usan es una Centurion. Pero de la escena en la que uno de ellos golpea una puerta con un hacha y le corta un trozo de oreja a una prostituta no dijeron nada, no les supuso ningún problema”.

El falso documental

Exit, que ha sido un éxito absoluto en Noruega, aunque en España apenas se ha visto (lo cual dice mucho, y muy bueno, si se me permite, del público de nuestro país), tiene formato de falso documental, como The Office, enfrentando las declaraciones de los protagonistas con las contradicciones y las mentiras que se observan en su comportamiento en la realidad.

Corrupción, misoginia, clasismo, racismo, tráfico de armas

Corrupción, misoginia, clasismo, racismo, tráfico de armas… los protagonistas de Exit lo tienen todo, y nada bueno.

El contraste entre lo que dicen y lo que hacen y el grado de perversidad que alcanzan hace que, en mi humilde opinión, estos personajes no lleguen a la categoría de antihéroes que algunos críticos sí han visto en ellos.

Adam, William, Henrik y Jeppe son una auténtica estafa a todos los niveles, no solo con respecto a los otros personajes de la serie (su familia, principalmente) con los que intentan mantener una fachada de respetabilidad, sino como personajes en sí mismos dentro de la historia.

Si en los cuatro primeros episodios se nos presentan sin rodeos en su mundo de corrupción y degeneración, en los cuatro siguientes vemos un desbordamiento de la violencia que generan y que pueden llegar a ejercer.

La terrorífica historia de pareja entre Adam y Germine

La historia de pareja entre Adam y Germine pone los pelos de punta y es quizá uno de los mayores logros narrativos de la serie.

En concreto, la historia de maltrato del frío y calculador Adam a su mujer Hermine provoca auténtico terror y está tan bien representada que recuerda a la que protagonizan Alexander Skarsgård y Nicole Kidman en Big Little Lies.

En definitiva, se trata de una serie dura y difícil de ver, que conlleva su lógica reflexión moral sobre la corrupción y el vacío moral que deja el exceso de dinero y poder, pero que es perfectamente evitable si se tiene un estómago delicado o si estamos en esos momentos de nuestra vida en los que queremos algo amable que nos evada.

 

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