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Como fanático declarado del género zombi,  me veo obligado a realizar una enmienda a la totalidad de la serie Fear the Walking Dead, un spin-off que no sabe mantener en ningún aspecto la calidad de The Walking Dead.

Desde el primer episodio de la primera temporada hemos podido ver fallos garrafales de guion, una pésima forma de mantener el suspense, saltos innecesarios e incomprensibles en la trama (como abrir el estadio sin tener un plan sólido para rescatar a los confinados por el ejército) y una relación de los personajes bastante trillada y previsible, con la clásica familia desestructurada y el hombre que pretende salvar tanto a su actual pareja como a su exmujer.

Alerta spoiler

A partir de aquí, spoilers del tamaño del Himalaya.

Y cuando todavía estábamos recuperándonos del inverosímil final de esa primera temporada con Travis Manawa disparando de frente a su exmujer Liza Ortiz (¡de frente, como si se tratase de una ejecución!) cuando esta todavía no había empezado a mostrar ni los primeros síntomas de la enfermedad tras la mordedura, nos encontramos con una segunda que comienza con una inexplicada huida de una costa en llamas.

¿Cómo hemos llegado hasta ahí? ¿En qué momento han empezado los bombardeos sobre las ciudades? ¿Por qué la explicación que dan es a través de una comunicación de radio de la hija adolescente con otros supervivientes? ¿Cuentan con tan pocos recursos que ni siquiera pueden hacer un resumen visual de la hecatombe?

Fear the Walking Dead, una serie familiar que desmerece a TWD

Fear the Walking Dead está resultando un drama sobre los problemas de la clásica familia desestructurada.

El resultado es que hemos llegado a una segunda temporada sin saber exactamente cuánto tiempo ha transcurrido, y con mensajes contradictorios, pues por una parte la relación con Víctor Strand, el patrón del barco, no parece haber profundizado, lo que nos sugeriría que ha pasado una semana a lo sumo, y por otra, la desconfianza y el miedo hacia otros supervivientes nos indican que puede haber pasado mucho más. Porque carece de lógica y de verosimilitud narrativa que cuando todavía hay esperanzas de que todo se arregle la gente que ha logrado sobrevivir no se ayude entre sí.

Hasta la actuación de Kim Dickens, una actriz que ha trabajado en las mejores series de televisión de las últimas décadas (Deadwood, Friday Night Lights, Treme, etc.) y que lo ha hecho bastante bien en todas ellas, resulta increíble, con momentos más cercanos al humor que al drama, como cuando, sin tan siquiera saber que se había producido el estallido de la enfermedad, se queda tan tranquila viendo cómo su hijo atropella a su amigo varias veces mientras este continúa moviéndose.

Y es que Fear the Walking Dead es una serie repleta de inverosimilitudes y resoluciones precipitadas y absurdas, como con la familia de supervivientes que encuentran en la isla que, aunque tienen un padre que lleva preparándose toda la vida para una situación así, al final fallecen porque, contra todo pronóstico, en lugar de salvarlos los estaba matando. Un spin-off que no hace justicia a la serie de la que parte y que no parece que vaya a mejorar, viendo cómo se están desarrollando los episodios de esta segunda temporada.

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