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Llevamos tan solo dos episodios de la nueva entrega de The good fight y ya estamos absolutamente extasiados por la ironía fina y el ingenio de esta joya de CBS. Y es que estos dos episodios han sido un dardo tremendamente original dando diana en la crítica política a la corrupción y la hipocresía. En su línea, pero, contra todo pronóstico y subiendo todavía más el listón, mejorándola.

Ironía fina y autocrítica

El primer episodio de esta nueva temporada es absolutamente demoledor por su capacidad de crítica al Partido Demócrata, que es el que se presupone favorito del bufete.

Se trata de un capítulo onírico en el que Diane se encuentra viviendo una ensoñación en la que Hillary Clinton ha ganado. Toda su alegría y gozo al pensar que el gobierno corrupto, autoritario y supremacista de Trump había sido solo una pesadilla se desvanecen al ver que al ver cómo la corrupción y los escándalos también afectan a la administración de su candidata preferida.

Ironía y corrupción en The good fight

¿Y si Hillary Clinton hubiese ganado la presidencia en 2017? Una pregunta con grandes respuestas en The good fight.

Descubre con horror, además, cómo, al haber vencido una mujer el movimiento feminista se encuentra completamente anestesiado, no ha surgido el #MeToo y Harvey Weinstein no ha sido desenmascarado. Es más, le tocará a ella defenderlo de una acusación de violencia contra un trabajador y, sabiendo que se trata de un acosador y agresor sexual, intentará detenerlo.

Equipo de Harvey Weinstein

Diane intenta por todos los medios no representar a Harvey Weinstein durante la ensoñación porque sabe qué delitos cometió.

Mientras tanto, sus compañeros de bufete intentarán persuadirla, pues los números para ellos no van tan bien como en la ‘era Trump’ y necesitan agarrarse a cualquier tipo de cliente, y a cualquier precio.

Una forma muy inteligente de jugar con fina ironía al “y si” realizando, además, una autocrítica al movimiento feminista.

#MeToo

En un mundo con una mujer como presidenta de una de las primeras potencias mundiales, ¿se produciría un movimiento #Metoo?

Nuevos e irónicos aires para el bufete

Entre el final del primer y surrealista episodio y el principio del segundo hay una elipsis de unos meses que Diane usa para viajar. A su regreso a Reddick, Boseman & Lockhart se encuentra una oficina completamente distinta, acondicionada a gusto de los nuevos dueños, que, a pequeñas pero muy caricaturescas pinceladas, se nos muestran muy excéntricos.

Nuevos dueños del bufete

Los detalles de la decoración de la oficina revelan que los nuevos dueños son unos nuevos ricos excéntricos, extravagantes y un tanto ridículos.

STR Laurie, firma multinacional que compra parte del bufete cuando este pierde a ChumHum, introduce una nueva decoración inspirada en Gaudí, con toques ecológicos en madera y frikadas rococó como una gárgola en la fachada de la oficina de Adrian. Asimismo, dos veces a la semana institucionalizan el “día de las mascotas”, en el cual los socios, pero solo los “de nombre”, pueden traer a sus perros al centro de trabajo, que se llena de canes haciendo sus necesidades por todas las esquinas mientras una asistenta vestida a modo de criada va recogiendo y limpiando todo.

Ironía y ridículo

Decoración pseudoespiritual y rococó en interiores y exteriores de la empresa, fina ironía para describir a un tipo muy determinado de rico estadounidense.

Son nuevamente toques de ironía que nos permiten saber de qué tipo de jefes estamos hablando. Son jefes que, de tan benévolos que parecen, dando a cada uno aquello para lo que ellos creen que valen más, levantan al mismo tiempo alegrías y suspicacias.

Extravagancia e ironía en The good fight

¿Qué pensarías de tu nuevo jefe si entrases en su despacho y tuviese esta decoración?

Corrupción judicial

La parte más crítica y donde la risa, aunque también presente, tiene menos lugar, pues entramos en el terreno del thriller y del drama es la que se dedica a la corrupción. Si en temporadas pasadas la corrupción protagonista fueron la policial y la del propio bufete, sobornando a víctimas de acoso sexual de su anterior socio, en esta se destapa la del sistema judicial federal.

El que va a ser uno de los grandes arcos argumentales de esta entrega se presenta a través de Diane, a quien STR Laurie ha dedicado a litigar los casos “probono”, es decir, los que el bufete realiza “para ser un buen ciudadano”. Intentando defender a una joven empresaria afroamericana a la que un magnate de la construcción, supremacista blanco y negacionista del Estado quiere desahuciar para construir en el lugar donde está su restaurante, se descubre un entramado de sobornos, coacción y extorsión a jueces.

Trama de corrupción empresarios

Una trama de corrupción involucra a empresarios y gobierno en esta nueva temporada de The good fight.

Diane, atónita de que su excompañero Julius, ahora convertido en juez federal, claudique y prevarique, comprueba cómo el pilar en el que ha basado su vida, la administración de la justicia, también se desmorona ante ella.

Corrupción empresarial

La impunidad llega a tal punto que esta trama de corrupción ni siquiera necesita órdenes judiciales para imponer sus designios.

Esto no ha hecho más que empezar y veremos dónde nos llevan todas las tramas. Eso sí, el siguiente episodio no podremos verlo hasta el 30 de abril, pues, como nos han indicado los propios actores, guionistas y resto de equipo técnico de la serie en un videomensaje que a muchos nos ha llegado al corazoncito, el confinamiento por el coronavirus les ha pillado a cada uno en un sitio distinto y las tareas de posproducción se complican cuando tantas personas tienen que coordinarse a la vez sin compartir espacio.

Como soy firme defensor del teletrabajo y de la calidad de las producciones de Robert y Michelle King, no me cabe ninguna duda de que la espera valdrá la pena.

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