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Escribo estas líneas con el calor de haber acabado el último episodio de la segunda temporada de Marcella hace unas horas, así que, si todavía no habéis llegado hasta ahí, quizá deberíais esperar para que no os estropee el final de esta serie en la que la oscuridad y la violencia llegan a extremos auténticamente sorprendentes.

La oscuridad de la historia

La serie, británica hasta la médula de la cadena ITV,  comienza con la vuelta al trabajo de la detective Marcella Backland en Londres tras haberse dedicado unos años a la maternidad y con el trauma de haber perdido a su hija pequeña siendo bebé.

En la primera temporada Marcella regresa a las investigaciones policiales y se involucra en un caso en el que su marido también está implicado, pues la desaparecida resulta ser la mujer, hija de un gran empresario londinense, con la que está teniendo una aventura y por la que la piensa abandonar.

En esta segunda, más lúgubre y violenta que la anterior, se encuentra con un caso en el que también están implicados ella y su familia, esta vez su hijo Edward, con una serie de asesinatos de niños y adolescentes cometidos por un perfil psicopático que parece querer preservarlos de la degradación moral y conservarlos para siempre en un estado de niñez e inocencia.

La corrupción de las empresas y las fundaciones aparece reflejada en Marcella, si bien no parecen tener ninguna consecuencia para los personajes.

En ambas entregas se observa, asimismo, una normalización de la corrupción en determinados estratos sociales. Así, tanto en la empresa para la que trabaja su exmarido como la fundación en la que trabaja de voluntaria la asesina de la segunda temporada se dan casos de sobornos o de conchabamiento entre distintos poderes (político y empresarial), pero curiosamente estas cuestiones terminan sin consecuencia alguna para los personajes.

La oscuridad de los personajes

Además de los perfiles de los asesinos, que en ambas temporadas corresponden a psicópatas ambiciosos, en el caso de la primera, y una perturbada de la pureza y la moral en la segunda, lo que más sorprende de Marcella es que no hay ningún personaje que no albergue secretos y oscuridad.

En el caso de la protagonista, esta sufre unas pérdidas de conciencia temporales en las que se pone extremadamente violenta y de cuyas acciones después no se acuerda. Y no se trata de simples lapsus, no, es capaz de mover un cadáver de sitio, de romperle la nariz a su marido o de, incluso, como hemos presenciado los fans más acérrimos en el episodio de esta semana, asfixiar a su propia bebé porque sus llantos le hicieron perder los estribos.

Marcella es violenta y oscura y sufre episodios de pérdida de conciencia en los que agrede a quien tiene delante

Marcella es una antiheroína que funciona como un reloj a la hora de investigar, pero cuya vida privada es un auténtico desastre. Y es que comienza estando casada con Jason, otro personaje que también destaca por su oscuridad y tener entre sus secretos un asesinato.

Su hijo Edward también se las trae. Comienza a despuntar en la segunda temporada apretando a un ratón hasta la muerte y fascinado con un perro en estado de descomposición y el espectador se queda petrificado sin saber por qué, hasta que comprendemos que fue testigo del homicidio de su hermana.

¿Y los compañeros policías de Marcella? Pues, aunque hay algunos que se salvan, y que realmente son policías honestos (sorprendentemente, en esta serie no hay nada de corrupción policial), hay otros que, igual que ella, son extremadamente profesionales en su trabajo y patológicamente extraños fuera, como el que le instala una cámara de videovigilancia en su ordenador personal para poder espiar todos sus movimientos.

Estrechez de miras

Marcella es, en general, una serie policiaca original e, incluso, feminista, hasta el punto de que la igualdad es llevada al extremo y en la segunda temporada el psicópata no es un “él”, sino “ella”. Sin embargo, uno de los errores más graves que comete es la excesiva relación de las tramas con el personaje principal.

No es algo nuevo en los guiones policiacos el hecho de vincular los asesinatos con los detectives que los investigan (Bron/Broen, serie de la que hablaré otro día, me decepcionó en su momento por eso), pero que en dos temporadas distintas uno haya estado relacionado con su exmarido y otro con su hijo es demasiada carambola.

En casa tenemos una broma de consumo interno con este tipo de guiones en los que parece salir todo el rato la misma gente y lo llamamos “hacerse un Invasion“, por una serie de scifi ambientada en un parque natural de Florida en la que, a pesar de que parecía haber cientos de kilómetros de carreteras y una ciudad con hospital, siempre se encontraban los cuatro mismos personajes en todos los sitios. Con toda la lógica del mundo, esta serie fue cancelada.

Pues Marcella, sin tener motivos para su cancelación, sí que peca de esta estrechez de miras en cuanto a las tramas.

Todavía no se sabe si va a haber próxima temporada, aunque ha quedado servida con la entrada en escena de un supuesto MI6 (o similar) que, tras indicarle que la han dado por muerta, le ofrece un puesto de investigadora en el que su situación es la idónea. Pinta que, de renovarse la serie, la tercera entrega nos va a traer más dosis de oscuridad, y quizá más intensas.

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